Existen, en la vida de un mortal cualquiera, momentos en los que se para un instante a desgranar lo vivido.
Cuando una pandilla de adolescentes malcarados lo hacen, asomando una sensibilidad fuera de lo común, no queda más remedio que buscar el momento en que se te olvidó prestar atención a esos otros seres que creías atontaos… por mucho que los quisieras.
Disfrutar de lo que unas neuronas a medio conectar son capaces de ofrecer, no tiene parangón y, de paso, te advierte de un futuro esperanzador…
Solo deseo que os perdáis un instante entre las palabras sencillas de un puñado de chavales…
Me ha encantado
tenemos el relevo en buenas manos… malegra que te guste!